Queridos amigos, ha habido un empate. Hablaremos por tanto de ambos ganadores, pero empezamos por el número 5: el cangrejo yeti (Kiwa hirsuta). Aquí tenéis la foto completa del animal:
Impresionante, no?
Fue descubierto por casualidad en 2005, en una expedición que estudiaba las profundidades del Pacífico y las especies que viven en las corrientes termales cerca de la Isla de Pascua.
Al principio se pensó que estaba emparentado con la langosta, pero posteriormente se vio que es un pariente lejano del cangrejo ermitaño. De hecho, una vez recogido un ejemplar, al identificarlo encontraron que no solo era una especie nueva, sino que pertenencia a una familia nueva (Kiwaidae).
El nombre científico (Kiwa hirsuta) se lo pusieron en honor de la diosa de la mitología polinesia Kiwa y del latín “hirsuta”, que significa peludo.
Lo de “yeti” le viene por su color y esos pelos que le recorren las patas, en los que en realidad viven colonias de bacterias. La función de estas bacterias aún no se conoce, pero se ha observado al cangrejo exponiendo sus pinzas peludas a corrientes de agua caliente que brota del suelo, rica en minerales, por lo que puede que así cultive a las bacterias que luego le servirán a él de comida, o que descompongan compuestos tóxicos (como el azufre) que emiten estas corrientes de agua.
También puede ser que, al no tener ojos, sus pelos sean sensores que le permiten moverse por las profundidades marinas, en busca de comida y colegas.
Saludos peludos,
Chironex